Innovación, investigación, evidencia… son la base del trabajo realizado durante más de diez años por las enfermeras expertas del Equipo de Terapia Intravenosa de la organización sanitaria integrada OSI Araba, en el País Vasco, formada por los hospitales de Txagorritxu y Santiago. Junto a su labor asistencial, van más allá y amplían su acción a la docencia, la investigación, la gestión y la innovación. “Somos un servicio autónomo, dependiente directamente de la Dirección de Enfermería”, subraya Victoria Armenteros Yeguas, supervisora de la unidad. “Nuestra experiencia, con una dedicación global al acceso vascular, ha contribuido al cambio de cultura respecto a esta práctica que teníamos previamente y que aún hoy perdura en algunos centros. Esto lo hemos logrado gracias a la evidencia que hemos desarrollado o a la docencia que impartimos. Le hemos dado mucha visibilidad a la enfermería y esto nos ha fortalecido como profesionales. Gracias al consenso conseguido y la colaboración entre todos los profesionales, las enfermeras valoramos la necesidad y realizamos la interconsulta para solicitar la canalización de un catéter central de inserción periférica (PICC), u otro tipo de dispositivo de acceso venoso, siempre con el consenso y la colaboración de todos los profesionales”.
La iniciativa comenzó hace más de diez años, cuando las enfermeras de OSI Áraba pusieron el primer catéter venoso central de inserción periférica. “Nos dijeron que lo podíamos hacer en enfermería y así fue”, recuerda Victoria. “Comenzamos sin una formación específica. Posteriormente, en 2010 realizamos una revisión de la literatura y vimos que la evidencia mostraba la idoneidad de insertarlo con la ayuda de un ecógrafo. Así lo hicimos, realizando una innovación de proceso. En 2011 obtuvimos una beca de investigación del Gobierno Vasco para llevar a cabo un ensayo clínico aleatorio con el fin de valorar el impacto de un equipo de terapia intravenosa formado por enfermeras expertas. Los resultados fueron tan positivos que no necesitamos realizar nada más, la unidad ya se había asentado”. Así fue como las dos enfermeras liberadas para la investigación, Arantza Tomás y Victoria Armenteros, se convirtieron en las primeras integrantes del nuevo equipo. Victoria recuerda que empezaron “atendiendo a seis plantas y hoy lo hemos generalizado a un hospital de 750 camas. No solo implantamos, sino que también realizamos el seguimiento completo, hasta la retirada del catéter. Todo queda registrado en nuestra base de datos, con lo que podemos valorar la incidencia de trombosis, infecciones, etc. De hecho, las trombosis están por debajo de los casos reportados en la literatura y la incidencia de bacteriemia es también baja”.
“Nuestra experiencia, con una dedicación global al acceso vascular, ha contribuido al cambio de cultura respecto a esta práctica. Esto lo hemos logrado gracias a la investigación y a la docencia. Le hemos dado mucha visibilidad a la enfermería”
La idoneidad de esta práctica es indiscutible, a juicio de Victoria Armenteros. “Este tipo de catéteres, si empleamos bien el algoritmo, que es lo que hacemos, obtienen muy buenos resultados. Son costo-efectivos. Evitan que se puncione al paciente una y otra vez y permiten que el tratamiento finalice con el mínimo número de punciones y catéteres posibles”. En este sentido, el algoritmo es clave. “Generalmente, cuando tienes que decidir qué catéter poner al paciente no lo haces sin más. Debes hacer una pequeña reflexión de cuál es el que mejor le viene al paciente. Existen en la literatura guías de práctica clínica con los algoritmos de decisión, en función de cada tratamiento, las expectativas de evolución, el grado de dificultad de acceso venoso, e incluso los antecedentes de canalizaciones previas… Todo ello, en base a una serie de ítems, te permite elegir el catéter más adecuado”. De hecho, las enfermeras del equipo de terapia intravenosa de OSI Araba ponen hasta cuatro tipos de catéteres distintos: la vía periférica; líneas medias-cortas, de 10 cm, cuya punta queda alojada en la axila; líneas medias-largas, también denominadas medioclaviculares, cuya punta queda alojada en la vena subclavia; y, finalmente, los PICC, ubicados en la unión cavo atrial. De esta forma, cada uno de los catéteres se emplea en función de las características del paciente, siguiendo las recomendaciones del algoritmo. “Siempre adaptándolo al caso individual de cada paciente”, indica Arantxa Picón.
Una vez elegido y puesto el catéter, la siguiente fase es el seguimiento. “Nuestro trabajo no termina con la canalización. En nuestra base de datos, vamos registrando todas las incidencias que puedan ir surgiendo. El circuito también lo tenemos establecido con Atención Primaria, una vez reciben el alta hospitalaria. Si el paciente va a una cura y surge algún contratiempo, como una infección o enrojecimiento en el punto de inserción, lo derivan a nuestro equipo o nos interconsultan para que lo veamos de manera ambulatoria”, explica Arantxa. “Además, mediante agenda programada gestionamos los pacientes para la inserción de PICC de manera ambulatoria, así como el seguimiento de las personas con problemas dérmicos relacionados con los apósitos.Con todos los datos que hemos recopilado en este tiempo, hemos ido divulgando nuestras propias investigaciones”.
Todo ello, con la calidad percibida del paciente como eje. “La persona que ingresa con un proceso agudo lleva dosis antibióticas altas, con tratamientos irritantes. Todo ello se complica con las punciones necesarias para analíticas, administración de contrastes… El catéter de media o larga duración es una forma segura de administrar todo esto. Una línea media, medio-clavicular o PICC, dependiendo del tratamiento y su duración, permite que la medicación se diluya con seguridad y evite la aparición de flebitis; permite, según el catéter, la extracción de analíticas y cuanto se precise durante el tratamiento. Todo ello lo podemos resumir en tres puntos: seguridad para el paciente, producto enfermero y costo-efectividad”, resumen Victoria Armenteros y Arantxa Picón.
Buena acogida
La introducción de la figura de la enfermera experta en terapia intravenosa también supuso un trabajo didáctico destacado, pues en los inicios era un perfil totalmente nuevo, del que apenas existían referencias, salvo en Madrid. “Tuvimos que explicarlo todo muy bien”, recuerda Victoria Armenteros. “Pero rápidamente todas las compañeras mostraron una actitud positiva y en las encuestas que realizamos durante el ensayo clínico el grado de satisfacción expresado fue alto, debido a la seguridad que las nuevas prácticas te permiten. Con los médicos la colaboración está siendo buena, con consenso y trabajo en equipo, pues son ellos, además de las enfermeras, los mismos los que nos piden los catéteres. Mientras que en el caso de los profesionales del equipo de radiología, han colaborado con nosotros desde el principio y nos ayudan en las inserciones de pacientes con complicaciones, desde el punto de vista anatómico, por ejemplo”, destaca Victoria.
Más de diez años de trabajo
Las enfermeras de OSI Araba comenzaron a trabajar en la inserción de catéteres PICC en 2008. Desde entonces, se ha ido consolidando el Equipo de Terapia Intravenosa, integrado en la actualidad por cinco enfermeras, en un proceso paralelo a la introducción de este tipo de intervenciones en el conjunto del país.
Los resultados obtebidos por el equipo de enfermeras
A juicio de Victoria Armenteros Yeguas, supervisora de la unidad que conforma el Equipo de Terapia Intravenosa de OSI Araba, el trabajo de las cinco enfermeras que lo conforman es un valor añadido para la organización sanitaria: “Por costoefectividad, calidad de los cuidados, estión de recursos adecuada, eficiencia… Lo mires por donde lo mires, la filosofía de trabajo es muy buena. De hecho, el modelo de trabajo se enmarca en un sistema participativo planificado y basado en procesos de mejora continua, iniciado en 2008”.
Formación continua
El apoyo al desarrollo y la formación de profesionales ha sido una de las claves con las que ha avanzado desde el principio el equipo de terapia intravenosa. En la actualidad, están formando a las enfermeras de cuidados intensivos “para que canalicen sus PICC con técnica ecoguiada”, adelanta la enfermera Arantxa Picón.El apoyo al desarrollo y la formación de profesionales ha sido una de las claves con las que ha avanzado desde el principio el equipo de terapia intravenosa. En la actualidad, están formando a las enfermeras de cuidados intensivos “para que canalicen sus PICC con técnica ecoguiada”, adelanta la enfermera Arantxa Picón.De forma paralela a la constitución del equipo, también formaron a los profesionales de los centros de salud “con el fin de que dieran soporte a los pacientes que van a llevar el catéter insertado de manera prolongada. Con ellos mantenemos una colaboración y un contacto continuos para resolver cualquier incidencia que pueda aparecer”, completa la enfermera Victoria Armenteros.Además, las enfermeras expertas en terapia intravenosa de OSI Araba también han formado, en estos años, a otros equipos que se han ido constituyendo en la zona norte del País Vasco, entre ellos los de Zamárraga, Galdakao, clínica de la Asunción, y a las del Bajo Deba.