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Un espacio para el confort en el hospital

El Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid ha desarrollado un proyecto de humanización denominado "Pintores ocultos" en el que 40 profesionales han pintado las paredes de una sala sin uso para convertirla en un espacio de confort donde pacientes y profesionales se reúnen para leer poesía

20 octubre 2018 / Número 19 4 minutos de lectura

Un verso de un soneto de Lorca (¡que soy amor, que soy naturaleza!); la referencia de las obras de Goya, Fortuny o Soroya; el realismo mágico de García Márquez; una sala de paso, semicircular, sin uso concreto; un programa de humanización; y unos profesionales sanitarios comprometidos… Todo ello combinado ha dado forma al proyecto ‘Pintores ocultos’, promovido por el Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid y liderado por la enfermera Carmen Ferrer, jefa de servicio de Atención al Paciente y responsable de humanización. El fruto del trabajo realizado es la nueva sala de confort con la que cuenta el centro, originalmente un espacio vacío sin destino concreto que hoy es un lugar lleno de calidez para los pacientes donde pueden contemplar las pinturas murales realizadas por personal del hospital. “El plan de humanización contempla el trabajo de estos valores con los profesionales. En lugar de darles un decálogo, pensamos que podían comprometerse participando en alguna actividad enfocada a los pacientes. Justo en el hospital teníamos un espacio que nadie utilizaba, que conocemos como rotonda. Es una sala sin mobiliario, que a veces servía de almacén y que podíamos aprovechar para la Escuela de Pacientes. Tras debatirlo en la Comisión de Humanización, nació el proyecto ‘Pintores ocultos’ para decorar sus paredes con frescos”, explica Carmen Ferrer. “Pero no queríamos pintar de cualquier manera. Nuestra idea era hacer un proyecto colaborativo, de tal forma que fuera una obra de arte”.

Junto a Carmen Ferrer, la iniciativa la han coordinado el enfermero Antonio Álvarez, pintor aficionado, quien ha sido el director artístico, y el celador Juan Antonio Franco, responsable de toda la parte de la intendencia. Además, han contado con la ayuda de tres voluntarios ajenos al centro, Gustavo, Fernando y Gregorio, restaurador, pintor y maestro, respectivamente, todos jubilados. En conjunto, participaron 40 profesionales del hospital, de todas las categorías.

Carmen Ferrer, responsable de humanización
“Nuestra idea era hacer un proyecto colaborativo, de tal forma que fuera una obra de arte”.

La enfermera Carmen Ferrer

“Empezamos con una pintura mural junto a la cafetería, para llamar la atención de los compañeros y animarlos a participar. Una vez tuvimos a los voluntarios necesarios, nos trasladamos a la sala”, recuerda José Antonio Álvarez. “Antes de comenzar, definimos el proyecto. Aprovechamos el trazado semicircular de la sala, de cerca de 40 metros, para hacer una obra cíclica, en línea con el eterno retorno desarrollado por Nietzsche, que transcurriera entre el amanecer y el atardecer, representado en el cielo de la parte superior. En la inferior, siguiendo la misma idea del ciclo, trabajamos las cuatro estaciones con paisajes de la naturaleza, inspirados en el verso de un soneto de Lorca. “¡que soy amor, que soy naturaleza!”. Aquí pedimos la participación de los pintores ocultos, para que representaran a sus artistas favoritos. Así es como hemos conseguido alusiones a Goya, Fortuny o Soroya. En la ejecución, volvimos a fijar otro criterio inspirado en la literatura, el realismo mágico, para crear una serie de puentes entre lo celestial y lo terrenal, a través del gigantismo, pintando figuras de un tamaño mayor del habitual. Hemos trabajado la perspectiva, para crear una mayor sensación de amplitud. De esta forma, hemos generado un espacio muy agradable, en el que los cuidadores y sus pacientes se pueden evadir”.

Mural inicial pintado junto a la cafetería

Cuando accedes a la sala, percibes un trabajo impresionista que, salvando las distancias, pudiera evocar las salas donde se exponen los Nenúfares de Monet en París. “Es un modelo impresionista”, explica Carmen Ferrer. “El color evoluciona desde los azules del amanecer a los rojos del atardecer. Es un friso de la naturaleza. Todo ello, genera un ambiente reflexivo y acogedor, con innumerables detalles con los que podemos trabajar con los pacientes, generando estrategias a través de la emoción”. Así, cada martes enfermeras y pacientes se reúnen para leer poesía. “Es un espacio para la felicidad dentro del hospital, generado con el tipo de proyecto que integra y transforma las organizaciones”.

Trabajo en equipo

“Ha sido un trabajo en equipo. El sentido de la enfermería está muy presente en este proyecto, su sensibilidad, la idea de enfocar el cuidado, la parte emocional. Esta visión de conjunto, centrada en las personas, ha sido muy importante”, explica Carmen Ferrer. Cada cual ha participado según sus habilidades, pintando desde una flor hasta una escena más compleja. “Estoy contenta, porque esto tiene mucho que ver con la humanización. El trabajo en equipo ha sido magnífico. No destaca una persona, sino el conjunto”.

 

 

Etiquetas: Cruz Roja,enfermeria y arte