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Fundación Astier Centro San José: un hogar que devuelve la vida

Nos adentramos en los pasillos de un lugar que acoge a mujeres con discapacidades intelectuales severas y múltiples y que quiere cambiar el concepto de residencia por el de ‘familia’. Al frente del proyecto, un enfermero: Borja Lucas, director gerente del centro

11 julio 2025 / Número 38 4 minutos de lectura

La Fundación Astier Centro San José, con más de 100 años de historia a sus espaldas, se encuentra en Alcalá de Henares. Pero no es solo un sitio en el mapa, es un bálsamo, un oasis en medio de una sociedad completamente individualista. Un hogar donde la dignidad, la autonomía y el cuidado se entrelazan para transformar vidas. Desde la dirección hasta las residentes, desde las enfermeras hasta los voluntarios, cada persona forma parte y hace posible un proyecto humano que va más allá de la atención sanitaria tradicional. Al frente de este árbol regado con mimo y profesionalidad, un enfermero líder: Borja Lucas, director gerente del centro. “El objetivo es que las mujeres que viven aquí tengan un espacio donde se sientan en familia, donde cada día cuente y donde puedan recuperar, dentro de sus posibilidades, la mayor autonomía posible”.

Borja Lucas, enfermero y director gerente del centro

El Centro San José acoge a mujeres con discapacidades intelectuales severas y múltiples que necesitan un apoyo constante; un porcentaje de ellas, en edad avanzada. Pero la misión no es solo cuidar, es acompañar, “darles las oportunidades para que sientan que esto es su casa, y no un espacio frío o institucional”. La reciente transformación del centro con el proyecto Villa Delta (aun sin terminar) refleja esta visión: un hogar diseñado para ofrecer intimidad, autonomía y vida digna, con espacios adaptados, actividades, y una atención holística que pone a la persona en el centro.

Enfermería y comunidad

La enfermería, partiendo ya desde la dirección, es una pieza fundamental en esta estructura humana. Diego Tejedor, enfermero que llegó al centro en 2024, resume muy bien este enfoque: “no me gusta la idea de que la enfermera solo pinche y administre medicación… Aquí, conocer la comunidad y a las personas que residen -a nivel familiar, contexto e historia- es clave”. Diego destaca cómo, en este centro, “la enfermería une a todas las disciplinas y es la primera que detecta los cambios en las residentes, organiza intervenciones y hace seguimiento continuo”. Su relación con estas mujeres es cercana, casi familiar. Recuerda a una residente que, al principio, le rechazaba la medicación y que, ahora, confía plenamente en él, tras haber aprendido “cómo entrar, cómo presentarme, cómo hablarle”. “Es muy satisfactorio cuando conectas con ellas”.

La enfermería -en este centro- une a todas las disciplinas y es la primera que detecta los cambios en las residentes, organiza intervenciones y hace seguimiento continuo

Ana Nacarino, enfermera con una larga trayectoria en el centro, ha sido testigo, en primera persona, de la evolución del trabajo de las enfermeras y de ese cambio de paradigma que persigue la dirección: “antes, era un trabajo más asistencial, más metódico, sin hablar mucho de prevención. Poco a poco, hemos incorporado educación para la salud, cambios posturales, planes de vida personalizados. Ahora, gracias a la nueva dirección, la enfermería tiene un protagonismo y un enfoque comunitario mucho más amplio”. Destaca el trabajo en equipo con TCAEs y compañeros: “No tenemos funciones estrictas, nos ayudamos y nos coordinamos para atender mejor a las residentes”. Explica que “escuchar a las residentes, pactar con ellas las dietas, conocer sus gustos y sus deseos es fundamental para que se sientan realmente en casa”.

Ana Nacarino, enfermera con larga trayectoria en el centro

La voz de estas mujeres es el reflejo más claro del impacto humano de la Fundación Astier. Carlota Rodríguez lleva 10 años viviendo en el centro. “Trabajo en lencería, me levanto, desayuno, participo en talleres, hago bicicleta y leo. Me siento muy feliz, sé que me quieren y yo también quiero mucho a las profesionales y a mis compañeras”. Carlota valora la intimidad que, ahora, tiene en su habitación, algo que antes no existía: “las duchas eran colectivas, y ahora cada una tiene su baño, su espacio. Eso es muy importante para nosotras”. No se olvida de recordar el trabajo del director -y enfermero- y lo ilusionada que está con el proyecto Villa Delta: “Borja no quiere que esto sea una residencia, sino un hogar, una casa. Aquí nos tratan como a familia”. Su relación con las enfermeras es “estupenda, especialmente con Ana y Raquel; me cuidan mucho y las quiero”.

Enfoque holístico

Arturo Fernández, voluntario, llegó a la Fundación Astier a través del arte, y se quedó por lo que encontró: “pensaba que venía a ayudar, pero al final son ellas las que me ayudan a mí, me cambian la vida. Lo que hacen las enfermeras aquí es espectacular, son ángeles que transforman vidas pausadas, les dan una oportunidad para resurgir”. Arturo participa en talleres de madera con las residentes, creando puzles inclusivos que luego venden para apoyar el proyecto Villa Delta. Valora cómo la palabra “hogar” ha transformado la percepción del centro, alejándola del ‘frío’ concepto de residencia para convertirla en un lugar absolutamente acogedor.

El trabajo aquí te hace sentir feliz, aunque sea duro y cansado, porque ves el impacto que tienes en la vida de estas mujeres

Y es que eso es lo que hace único al Centro San José, ese enfoque holístico que trasciende de la atención sanitaria. Borja lo recalca una y otra vez: “aquí no solo tratamos la salud física, sino que acompañamos desde lo emocional, social y cultural”. Una mirada integral que permite que cada residente sea valorada en su individualidad, y atendida, por consecuencia, de la misma forma. Algo que las profesionales también reciben de vuelta. Como apuntaba Ana, “el trabajo aquí te hace sentir feliz, aunque sea duro y cansado, porque ves el impacto que tienes en la vida de estas mujeres”.

No se trata solo de ofrecer cuidados básicos, sino de dar dignidad, amor y oportunidades para vivir con plenitud, sean cuales sean las circunstancias.

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