96 camas de hospitalización con capacidad para ampliar su número si fuera necesario; 8 camas de UCI que podrían duplicarse; recursos para atender 80 bajas sanitarias al día; un bloque quirúrgico compuesto por tres quirófanos, uno de ellos doble, con hasta 60 horas diarias de funcionamiento, lo que permite realizar hasta 20 cirugías de otras tantas especialidades diferentes. “La finalidad asistencial es el tratamiento definitivo y especializado de las bajas. Realizamos cirugía definitiva. Contamos con todas las especialidades médicas y quirúrgicas. Algunas, que denominamos críticas, tienen mayor representación como los casos de cirugía general, ortopédica y traumatológica. Excepto cirugía cardiaca, ni evidentemente trasplantes, funcionamos de manera similar a un hospital comarcal de unas cien camas” explica el teniente coronel Guillermo Carroquino, director del Hospital de Campaña del Ejército español. “Está preparado para la asistencia especializada, hospitalaria y ambulatoria tanto a las fuerzas propias como a la población civil”.
El hospital de campaña, cuya base se encuentra en el Acuartelamiento “General Arteaga” de Carabanchel, en Madrid, se configura como un policlínico sobre el terreno, un dispositivo sanitario militar transportable, adquirido por España en julio de 2013, similar al que tienen otros países como Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Canadá y República Checa. Hasta la fecha, no se ha desplegado en ninguna misión internacional, si bien se ha montado parcialmente en cinco ocasiones para el entrenamiento y la instrucción del personal militar sanitario. “Está concebido para apoyar a contingentes militares de hasta 20.000 efectivos. Además, podría desplegarse en otras misiones de ayuda humanitaria, grandes catástrofes o ayuda a campos de refugiados de hasta 40.000 personas en cualquier lugar del mundo”, señala el teniente coronel Carroquino.
La organización
La organización del hospital de campaña se estructura en cuatro áreas distintas: servicios centrales, quirúrgicos, médicos y servicios complementarios, que tienen su equivalencia con las subdirecciones hospitalarias. Los servicios centrales están destinados a apoyar a las áreas sanitarias, con servicios de diagnóstico por imagen, laboratorios, hematología y banco de sangre, medicina preventiva, farmacia, veterinaria, odontología y psicología. El área quirúrgica comprende los servicios de cirugía general y digestiva, traumatología, anestesia y reanimación, neurocirugía, cirugía torácica, angiología y cirugía vascular. En el caso de misiones humanitarias, se puede ampliar a otros servicios como ginecología y obstetricia, otorrinolaringología y cirugía maxilofacial. El área médica está dividida en servicios de urgencias, admisión y soporte vital avanzado; en núcleo de hospitalización, consultas externas y medicina interna; y en el servicio de medicina intensiva. Por último, el área de apoyo integra los servicios de comunicaciones, informática, abastecimiento, mantenimiento, lavandería, cocinas, seguridad, evacuación y morgue, entre otros.
El despliegue del hospital requiere un área cercana a los 22.000 metros cuadrados y que el terreno esté perfectamente llano, junto a grupos logísticos como aeropuertos o puertos militares. Su montaje puede llevar un mes de trabajo, por lo que está pensado para misiones con al menos seis meses o un año de duración. La estructura modular, de tiendas y contenedores, permite su instalación de manera progresiva, en tres fases distintas. En la básica, el personal sanitario requerido es de cien profesionales: 34 enfermeras, 24 médicos, dos farmacéuticos, un veterinario, un odontólogo y 38 auxiliares, que se duplicarían en caso de que el hospital funcionara al cien por cien de su capacidad. “Con el hospital funcionando a máximos podríamos estar hablando de en torno a las 200 personas, aproximadamente 50 médicos, casi 70 enfermeros, y en torno a los 100 auxiliares. Y además otras 300 personas que realizarían funciones no sanitarias, relacionadas con la seguridad, abastecimiento y mantenimiento”.
La importancia de la enfermería
En el Acuartelamiento “General Arteaga” de Carabanchel, el hospital de campaña cuenta con personal sanitario militar destinado a mantener operativa esta infraestructura, así como a instruir y adiestrar al personal sanitario auxiliar. La teniente Silvia Jiménez es la enfermera responsable de la UVI del hospital. También se encarga de impartir cursos destinados al personal que trabaja en el hospital. “Ahora mismo, actualmente estoy llevando uno de esos cursos, que es el de FS6, de técnico en cuidados. La enfermería tiene mucho peso porque hacemos mucha formación, destinada a la tropa, para realizar funciones dentro de nuestro hospital, ya sea formación básica denominada FS1, FS3 que es técnico de emergencias, y FS6, que es auxiliar de enfermería. El objetivo de estas formaciones es que todo el personal relacionado con el hospital pueda actuar y tener roles propios”, explica. Soldados como David Pallarés han recibido ese tipo de formaciones, que le permiten trabajar en la Unidad de Reanimación Postanestésica. “Mi misión dentro de la URPA sería dar apoyo sanitario al médico y al enfermero. Para ello, nos han dado cursos de FS1, 3 y 6.” En este sentido, el documento que explica el funcionamiento del hospital subraya la importancia de la enfermería “muy superior al de cualquier otro centro hospitalario, ya que en nuestro Hospital de Campaña, en algunas áreas, los enfermeros tendrán que asumir ciertas responsabilidades que exigen una formación teórica y práctica suplementaria y un apoyo legislativo adecuado a las mismas”.
Con capacidad de Role 3
El término “Role” se emplea para nombrar los cuatro niveles que pueden tener las capacidades médicas de una unidad sanitaria militar. El hospital de campaña está catalogado como Role 3. Esto quiere decir que tiene todos los servicios propios de un hospital en el mismo terreno de operaciones, por lo que no resulta necesario que el paciente sea evacuado, ya que puede ser intervenido,
tratado, medicado y pasar la convalecencia en estas instalaciones sin necesidad de ser trasladado a un Role 4, que en el caso de España es el Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla de Madrid. “La finalidad fundamental del Hospital de Campaña es el tratamiento definitivo y especializado de las bajas en campaña”, explica el teniente coronel Guillermo Carroquino, director del hospital.
Teniente enfermera Silvia Jiménez
Silvia Jiménez Rodríguez es teniente enfermero. En la actualidad es la responsable del área de enfermería dentro de la UVi del Hospital de Campaña. “Surgió la vacante y me gustó la idea porque se dedicaba más a sanidad, más enfocado a lo que yo me he dedicado anteriormente”. Antes de aprobar las oposiciones para acceder al ejército, Silvia había trabajado como enfermera en su Valladolid natal, en distintos servicios de urgencias, atención primaria y residencias de ancianos. De esta manera, en su carrera profesional confluía su vocación profesional como enfermera y la tradición militar que le viene de familia, pues su hermano es militar, igual que lo fueron su padre y su abuelo. “Realmente vino primero el tema de la enfermería. Hice la carrera, estuve trabajando cinco o seis años fuera. Y, bueno, tengo mucho arraigo por lo militar. Me llamaba mucho la atención. No sabía exactamente lo que los enfermeros hacían en los ejércitos y mi hermano me asesoró. Me lancé, hice el concurso oposición. Sacarlo fue una grata sorpresa. Tras un año de academia, empecé en la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable de Pontevedra”, recuerda.
Como enfermera en este destino, Silvia estuvo en tres misiones en Afganistán. “Estaba en una célula de estabilización, es decir, como si fuera en una ambulancia, siempre estaba fuera de la base. Se pasan malos momentos, no voy a mentir, todo el mundo lo sabe, pero realmente es gratificante tanto a nivel profesional como personal. Te aporta madurez, frialdad en situaciones que tenemos que afrontar, mantener la compostura y la serenidad. En definitiva, saber lo que hay que hacer en todo momento y no perder los nervios”. Precisamente su experiencia como enfermera militar llevó en 2014 a Silvia a impartir, junto a otros profesionales de la Brigada de Sanidad Militar del Ejército, los cursos de instrucción de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III sobre el uso y manejo de los trajes protectores contra el virus del Ébola. En total, formaron a 1.200 personas durante cuatro meses. “Al principio es normal el nerviosismo y la incertidumbre, pero a medida que los íbamos formando iban saliendo más seguros de lo que hacían, sobre todo a la hora de quitarse el traje, que es donde puede haber más sugestión sobre una posible contaminación. Nosotros estamos familiarizados con el empleo de trajes similares, por lo que intentamos mostrar cómo se deben manejar con seguridad situaciones que pueden generar cierto grado de estrés”.