Un game changer es algo que cambia las reglas del ‘juego’ (su traducción literal es “cambiador de juego”). Una invención, descubrimiento, concepto o herramienta que supone un cambio profundo en la manera en la que la gente actúa y trabaja hasta el momento de su aparición en la ‘partida’. Y así es como define Alberto Javier Fidalgo Herrera a la empresa para la que trabaja, KINVENT Biomecanique, porque asegura que “están cambiando las reglas” en las que, hasta ahora, jugaba la fisioterapia.
Fisioterapeuta y experto en Fisioterapia de Deporte por la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), máster en Biomecánica por la Universidad Pontificia de Comillas y doctor en Ciencias de la Salud por la URJC, estuvo cinco años trabajando en una empresa española en la que desarrolló un sistema de valoración de movimiento sobre latigazo cervical, pero quiso ir más allá. Se topó con un puesto libre en KINVENT Biomecanique, una empresa franco-griega con sede en ambos países y cuyo único empleado español a distancia es nuestro entrevistado. “Llevo solo unos meses con ellos, pero es como si llevase años. El ritmo al que se mueven es espectacular y cada día aparecen proyectos nuevos”.
Compaginó el grado en Fisioterapia con el experto en Fisioterapia de Deporte y, en ese momento, asegura que su intención era “ser un fisio más, en el buen sentido: con su clínica y sus pacientes”. Sin embargo, se topó con un profesor que le iluminó el camino con una frase: “aquel que conoce la biomecánica sabe cómo tratar la lesión”. Esas palabras quedaron resonando en su cabeza y le motivaron a buscar el máster en Biomecánica. “Cuando empecé -el máster- la película me cambió, porque siempre he sido muy tecnológico, y trabajar con máquinas me apasiona. Me busqué el TFM más complicado que podía encontrar y eso desembocó en que fui profundizando mucho en temas cada vez más técnicos. Me di cuenta de que, quizá, mi camino no estaba tanto en la atención clínica al paciente, sino más bien en el desarrollo e investigación”. De ahí, cuenta, “volví a la URJC e hice el doctorado, y me metí en otro jardín: la electromiografía de superficie, que es la medición de la actividad muscular, lo que me obligó a retomar conceptos de matemáticas, de física, de análisis de ondas… que son bastante complejos, sobre todo si llevas años sin tocarlos”. Pero la inquietud de Alberto no iba a terminar ahí. “A raíz de esto, aprendí a programar, y se me abrió un mundo nuevo, porque cualquier cosa que me planteaba llegaba al mismo punto: “cómo puedo crear un programa que haga esto y no tener que hacerlo yo a mano. Buscaba economizar el tiempo”.
Ingeniería aplicada a lesiones
Su lugar aguardaba en KINVENT como Product Owner, “el equivalente a Project Manager en desarrollo de software”, que es a lo que se dedica, “a todo el desarrollo de software, gestionar la carga de trabajo y qué es lo que entra en producción. Doy prioridad a unas cosas sobre otras, en función de las necesidades de nuestros clientes”. La base de su empresa es “desarrollar dispositivos de biomecánica de muy diversa índole para la valoración de déficits del paciente”. Esto que suena muy complejo es, llanamente, “valorar las diversas variantes de la fisiología de un paciente y aproximarse a su lesión” de una manera concisa y precisa. Pese a lo aparentemente difícil que resulta ‘simplificar’ los términos de su trabajo -y lo es, ciertamente-, el resumen es que su investigación busca facilitarnos la vida. “Trabajo más como un ingeniero que como un fisio. Mi objetivo es buscar la manera de ayudar al fisio de a pie a que se aproxime a un mundo más parecido al de la ingeniería, y que tenga a su alcance esos conocimientos de tan alta calidad para que los pueda aplicar en su día a día de una forma sencilla”.
Pero, ¿qué es exactamente la biomecánica y cómo funciona aplicada a la fisioterapia? Antes de nada, Alberto nos matiza que “es un conocimiento transversal, es decir, no podemos decir que haya ningún profesional que sea biomecánico como tal”. En esta profesión, “tienes desde ingenieros hasta fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, enfermeras, médicos… de todo”. Porque, como explica nuestro entrevistado, “cualquier profesional que quiera valorar un sistema y aproximarlo a las bases de conocimiento de la física clásica va a tener que utilizar este ámbito”. Dicho esto, la biomecánica lo que nos permite es “explicar cómo funcionan los sistemas referenciándolos a máquinas, a cómo funcionaría una máquina, y es algo muy variopinto. Estamos hablando de que podemos analizar desde macrosistemas hasta la infinitésima molecular. Cualquier tipo de sistema biológico”.
La fisioterapia, afirma Alberto, “es muy dependiente de la estructura que esté lesionada. Como fisioterapeutas, buscamos ayudar al paciente a recuperar funciones perdidas -lo que llamamos funcionalidad-, y la biomecánica es clave en este sector”. ¿Por qué? “Porque va a permitir identificar concretamente qué partes del sistema están afectadas. Consecuentemente, también podremos saber qué estructuras o qué tejidos están dañados y aplicar un tratamiento”.
Trabajo más como un ingeniero que como un fisioterapeuta. Mi objetivo es buscar la manera de ayudar al fisio de a pie a que se aproxime a un mundo más parecido al de la ingeniería, y que tenga a su alcance esos conocimientos de tan alta calidad para que los pueda aplicar en su día a día de una forma sencilla
Economizar tiempos
Aquí, volvemos al punto inicial y que llevó a Alberto a sumergirse en este terreno profesional: economizar el tiempo. “Con esta información, podré orientar mi tratamiento a esas estructuras afectadas y dejar de perder tiempo, por ejemplo, en recuperar movilidad si lo que necesito, en ese caso, es recuperar fuerza”. Él lo describe como una grandísima inversión. “Voy a tener como retorno unos menores tiempos de tratamiento y una recuperación más rápida, porque estoy identificando antes los problemas que tiene mi paciente y estoy dedicando mucho más esfuerzo a recuperarlos de manera específica“. Sin olvidar otro gran detalle: “podré manejar más pacientes a la vez”. Al tener al alcance las variables de cada uno de ellos, “podré hacer ese multitasking (multitarea, en castellano) que es fundamental en ciertos entornos, como el hospitalario o el mutualista, y acortar el tiempo que esos pacientes están en rehabilitación”, explica.
Es posible que a estas alturas del reportaje estéis pensando, muy acertadamente, que es un escenario idílico, pero poco realista, debido a los costes que puede suponer tal maquinaria. Ese es otro de los factores en los que se centra KINVENT, y consiguientemente el trabajo de Alberto. “Hemos acercado dispositivos que antes eran de muy alto coste al público general. Estamos hablando de equipos que podían costar 30.000 euros a los 800. Es decir, se puede tener un laboratorio equivalente al que tiene la universidad de John Moores de Liverpool -que es un laboratorio potentísimo de biomecánica- por 5.000 euros, en vez de gastarse 200.000”.
Y no solo se trata de la infraestructura, también de la interpretación de los resultados. “No es solo medir, sino interpretar esas variables. Es lógico pensar que, como sanitario, te dé un poco de vértigo enfrentarte a una curva biomecánica como puede ser una cinemática de una rodilla, así que nuestro software se encarga. Procesamos esa información y le damos al profesional tres indicadores, además de mostrarle en qué rango están”. Ejemplificado de forma sencilla: “se puede identificar, por ejemplo, si un paciente tiene un 20% de disminución de la fuerza con respecto a lo que se esperaría a su edad”.
Es lógico pensar que, como sanitario, te dé un poco de vértigo enfrentarte a una curva biomecánica como puede ser una cinemática de una rodilla, así que nuestro software se encarga. Procesamos esa información y le damos al profesional tres indicadores, además de mostrarle en qué rango están
“Pasarse el juego”
Esto que nos parece asombroso es, según pronostica Alberto, solo la punta del iceberg. “De cinco años a esta parte he visto una evolución no solo en cuanto a que todos los sistemas se están haciendo mucho más compactos -lo que antes te ocupaba una sala entera ahora lo llevas en una maleta-, sino en cuanto al avance que ha habido en software y en usabilidad”. Es decir, “en acercar todo el procesamiento de datos al fisio o al clínico común”. Y lo mejor está por venir, asegura. “Los próximos cinco años van a ser más brutales aún. Hasta el momento, lo hemos estado haciendo todo picando datos a mano, pero es que ahora vamos a implementar herramientas de inteligencia artificial en la gestión de Big Data (macrodatos, en castellano, también llamados datos masivos). Esto supone que “ya no es que vaya a poder comparar a mi paciente con unos datos normativos -que a saber quién los ha sacado-, sino que los voy a comparar con la población global”. Es decir, “cuando puedas comparar tus datos con referencias globales, te has pasado el juego”. Estamos expectantes.